Hoy en día, la mayoría de los estudiantes tienen en mente la idea de que la escuela es un proceso necesario para alcanzar una nota determinada que les sirva para conseguir un gran trabajo en el futuro, y aunque superficialmente es así, conviene aclarar varios aspectos sobre este tema, ya que los alumnos se toman la enseñanza como la adquisición de unos contenidos para vomitarlos en el examen y que el maestro le ponga la máxima nota posible. y en realidad, estos contenidos deben servir al alumno en su vida futura para superar los problemas que le plantee la vida. Si el alumno se olvida de casi todo el temario a los dos días de hacer el examen, podrá tener una nota de diez, pero si en la vida real, le surge algún problema relacionado con el tema, no podrá hacerle frente de manera satisfactoria, y esto supondrá una derrota personal para él de gran tamaño.

Lo que los maestros pueden hacer al respecto de esto es, cambiar la forma de evaluación, cosa difícil ya que la evaluación tradicional es, en principio, la forma más "justa" de premiar a los alumnos, pero se limita a premiar a los que tengan mayor capacidad de absorber ciertos apuntes, no necesariamente al que entienda mejor y gestione esos apuntes en el futuro.
Para solucionar este problema, la autora María Acaso lo que propone es que en vez de evaluar, se inveslúe, esto significa, que el maestro debe evaluar haciendo una investigación personal de cada alumno para medir el grado de involucración, desarrollo, esfuerzo, creatividad... Esto nos asegura que el alumno coordine de manera correcta el aprendizaje de los contenidos, y nos asegure que le servirán en el futuro cuando las circustancias se lo pidan. Personalmente sólo me gustaría añadir que esta forma de evaluación podría ser un poco confusa e injusta para los alumnos, ya que se deberían conocer todas las cirustancias que rodeen al niño para evaluarlo de manera justa, ya que no se podría marcar un mismo rasero para todos los alumnos.
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