Estos tres ratones estaban formados por un huevo cocido cada uno, las orejas eran aceitunas negras, los ojos se componían de un tito de granada, y la boca era un trozo de regaliz negro. Cada ratón estaba sobre un trozo de pan de molde con mantequilla y pimentón sobre dos de ellos y perejil sobre el otro.
Después de dejar todos nuestro plato sobre la mesa, nos dimos un gran festín, y debatimos sobre la importancia que puede tener la comida en la educación. Sacamos en claro que la norma general esa que dice que esta prohibido comer en clase, debe ser cambiada, ya que la comida nos acerca muchos más procesos pedagógicos de los que podemos imaginar, y esto resulta, a mi parecer, muy interesante para nuestros futuros alumnos, ya que cuando aprenden divirtiéndose, aprenden mucho más y mejor, eso está claro.

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